Los columpios
Una noche perfecta, una madrugada perfecta. Me columpiaba en tu sonrisa y me acariciabas con el viento de tus labios. Tantas cosas qué decirte, tantas cosas qué escuchar. Fue cristal perfecto, tallado en nuestra noche que marcaba el inicio de mi mundo nuevamente, me quedé sin palabras, con demasiados sentimientos, con lágrimas que viste resbalar. Adoro el vodka, el tequila y los tragos de cerveza. Adoro la luna difuminada, las patrullas impertinentes, los columpios chiquitos, nuestro baile de salsa, nuestro prometedor baile de salsa.
Quiero que sea de noche todo el tiempo, para emborracharme en esos ojos que me matan, para oler tu cabello de durazno cambiante y morir en tu cintura dulce, hermosa. Soy un duende azul con botas moradas, en mis botas guardo mis momentos necesarios y mi vida, en mi cuerpo coloco todo lo que me das. Vivo para vivir. Siento para dejarme sentir. A tu lado me he quedado sin palabras, y un tubo de muestra de perfume me da la esperanza de que este inicio es nuestro, real y profundo.
Flaca
Bueno, pues el día de hoy les tengo una recomendación algo añeja. Una recomendación que es muy especial para mí. Es una canción que me gusta mucho, pero más allá de eso, es una canción que ha estado sonando mucho en mis oidos en la última semana. Esto es Flaca de Andrés Calamaro.
Por cierto, les pido que se den una vuelta por este espacio; recortando.wordpress.com es el blog oficial de mi cortometraje, iré subiendo cada parte del proceso de creación del mismo.
Bueno, no le demos más vueltas, aquí está el video.
Nuestro momento
Nuestra locura
Resumiendo unas cervezas.
Destapo el cuerpo de bronce, juego con su boca unos segundos, perfilo la mirada y acaricio su cuello. Todo comienza con una frágil y precoz timidez. Timidez de juegos aturdidos que no quieren otra cosa que no sea dejar de pensar. Conforme giran las áspas del ventilador me veo en sus ojos. Negro profundo, café profundo. Sencillez. En el holocáusto de la adultez se asoman aquellos trozos de adolescencia que parecian enterrados. El primer trago llega, mi garganta se doblega ante el canto de su voz.
Destapo la segunda y lloro un poco, por dentro, por la añoranza, por la suavidad, por la perfección del momento. Nada será despues del fin de este mundo, nada será porque la libertad puede imposibilitar las articulaciones. Pero mientras espero ese final prefiero descansar en su regazo, dejarme llevar entre sus dedos, uñas de regocijo. Ya no busco explicaciones, porque todas son inútiles, sólo busco sus labios que rozan, su mirada que mata, sus cabellos que embriagan como nube de aroma inesperado. Siento mi latir infinito, mi sentir perturbado, mi necesidad prohibida. Busco nuestro mundo.
Al final despato la tercera, la que no terminaré, la que dejaré a la mitad, la que se desperdiciará por el eco de tus palabras. Aquí se da el encuentro, nuestro encuentro, nuestro sueño, nuestra magia. Aquí se da el segundo perfecto, el beso inesperado, lo que pensamos que jamás pasaría, lo que creimos que habia muerto antes de nacer. Pero no, está vivo, vivo momentaneamente, vivo mientras lo deseemos, vivo mientras lo cuidemos de todo, vivo. Enloquezco en tus labios, beso de fuego. Enloquezco en tu piel de atardecer, enloquezco en mi propia locura por ti. En mi ansiedad de tenerte y escucharte cerca de mi oido. Ese te adoro me enloquece.